Patricia Vallejo

Miles Kane: Madrid 7 de marzo

A algunos no les ha convencido el formato, porque ese concepto de «música pregrabada» en realidad no es como ver a una banda en directo. Para esos recelosos Miles Kane estaba haciendo trampa; pero Gerry Cinnamon ya lo hace, o cientos de amateur en los garitos de Liverpool. ¿Qué hay de malo? A mí la curiosidad me acechaba. El formato acústico es uno de mis predilectos porque siempre he pensado que una canción en acústico está desnuda y que si así se sostiene bien, es que la canción es buena. Pero lo que ofrece Miles Kane en estos conciertos no es un acústico como tal, sino más bien lo de los amateur de los garitos de Liverpool. 

Antes de meterme en el lío de la crónica quiero destacar tres cosas de este concierto: la primera es el precio de las entradas, que no fueron nada caras si tenemos en cuenta que se trata de un artista internacional, en comparación del precio que ponen algunos artistas patrios. Quizá aquí está el quiz de la cuestión del por qué de este Solo Tour por toda Europa: el Brexit. Desde luego, es más rentable venir solo que con una banda —a todos nos pesan las aduanas al comprar vinilos en Inglaterra, ¿eh?—. La segunda es que no vimos ni a un solo guiri, por lo menos hasta donde alcanzaban mis ojos. Esos extranjeros se vieron sustituidos por decenas de padres que acompañaban a sus hijas al evento, quizá fuera el primer concierto de muchas de ellas. Los padres y niñas nos mezclábamos con los fans de verdad, que nos sentíamos algo desubicados por el ambiente. Desde luego no era el que esperaba encontrar. ¿Cuándo Miles Kane se ha convertido en un ídolo de féminas que van a los conciertos con pancartas DIY hechas con cartón y Edding negro? Ni que el de Liverpool fuera Dani Martín. El tercer punto a destacar es la sala: el Lula o el Jaguar, nunca me queda claro. Muy bien situada, en plena Gran Vía, pero es más una discoteca que una sala de conciertos. Lo que quiere decir que el sonido es pésimo. Miles Kane saturaba con los graves. Tampoco entendí la barra que han puesto en medio de la pista, reduciendo así gran parte del aforo. Y ni mucho menos comprendí la ratonera que se forma a la hora de desalojar la sala, esto se lo tienen que mirar. 

Ten Tonnes, el hermano de George Ezra, fue el encargado de abrir la noche. Era su primera vez en Madrid y lo disfrutó; nosotros también. Como no podía ser menos, salió solo con su guitarra eléctrica, defendiendo sus canciones. Entre ellas Born To Lose, Better Than Me o Lucy, la encargada de cerrar su acto. Si alguien no lo conoce no sé a qué espera para escucharlo. Ten tonnes acabó y dio paso a la música de fondo para cambiar de un escenario a otro, aunque en esta ocasión no había prácticamente nada que cambiar. 

Uno de los momentos previos al concierto de Miles Kane, en ese punto de cambio de escenario, y que me resultó entrañable fue el de una niña —más bien adolescente que niña—, que al sonar Cigarettes & Alcohol le dijo a su padre: «¡Oasis!» como si este, quizá, no fuera a reconocer la canción. Nuestros dieces para la educación musical de ese padre. Padre sufridor, paciente y con buen pulso, ya que estuvo grabando a su hija durante todo el concierto, tanto de Ten Tonnes como de Miles Kane, viendo cómo disfrutaba su pequeña del evento. A veces ella le decía: «¡Papá!, ¡que a mí no me grabes!», señalándole con la mirada el escenario, dirección a la que ella quería que dirigiese la cámara y la dejase disfrutar en paz. ¿Quizá era su primer concierto?

Cuando escuché un griterío adolescente ensordecedor, advertí que Miles Kane bajaba las escaleras. Encaró el escenario sonriente, con su guitarra eléctrica, sus pedales y Troubled Son; también la encargada de abrir One Man Band, su quinto álbum. Sin duda, este último trabajo fue el gran protagonista de la noche ya que tocó más de la mitad del disco.

Miles Kane, en 16 canciones, dio un buen repaso a gran parte de su discografía; excluyendo todos y cada uno de los temas que forman Change the Show, eso sí. ¿Razones? A mí, quizá, ese sea el álbum que menos me gusta; parece ser que él tiene esa misma sensación. Better Than That fue la segunda en sonar, algo saturada al igual que Troubled Son, como decía al inicio de la crónica. Con estas dos canciones constaté que quizá el concierto hubiera estado mejor con una banda, pero, también es cierto que la fuerza y enormidad de Miles Kane llenaba el escenario. El griterío del público encajaba a la perfección con las programaciones que lanzaba con brío desde los pedales, pese alguna equivocación que dio el punto cómico a la noche.

En Rearrange prácticamente no se escuchaba su voz. Igual pasó con Standing Next To Me, del primer disco de los Puppets. He dicho que Miles Kane es uno de mis artistas favoritos, pero, como todo en la vida, toda parte buena tiene su parte mala. La mía es que hay dos canciones que nunca he soportado: Inhaler y Coup De Grace. Aunque, gracias a este concierto, me reencontré con ellas e hice las paces con ambas. En realidad, existe una tercera canción que no soporto: pero Baggio aún no me entra, lo siento. 

Hubo un cambio de tercio hacia la mitad del concierto, donde Miles Kane dejó tranquilos los pedales y la guitarra eléctrica para abrazar una acústica. Dealer, la canción que sonó a continuación, era una cover de Lana del Rey que Miles coescribe. Yo no la conocía, pero las niñas y adolescentes de mi alrededor sí, palabra por palabra; no sé si eso habla muy bien de mí. 

El punto emotivo de la noche llegó con First of My Kind, en acústico también. Fue emotivo por dos razones: la primera es que las niñas y adolescentes, increíblemente, no se la sabían y respetaron la canción sin sus agudos griterios. La segunda, y más importante, es que Miles Kane tocó ese tema ya que ese día había recibido un email de un chiquillo que quería que la tocase porque esa era su canción favorita. Y dicho y hecho. Quizá todo el concierto tendría que haber sido en acústico, solo con guitarra y voz. 

Las programaciones volvieron con Never Taking Me Alive y, sin prácticamente dejarnos respirar, Miles Kane se lanzó con Come Closer y sus «ooohhh, aaaahhh». El broche final, y como no podía ser menos, lo puso Don’t Forget Who You Are. Para mí esa canción siempre será como un manual de estilo Mod que incluso lleva implícita una referencia al Northern Soul con ese «Keep The Faith».

Lo dicho: lo de menos fue que faltarán de forma física el bajo o la batería y que las canciones se sustentaran con esas pregrabaciones, yo quedo con lo humilde y grande que es Miles Kane a la vez y lo buenas que son sus canciones. 

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