Según los carteles, abrían las puertas de la sala a las 21.00. Y eran las 22.30 cuando nos vimos bendecidos por encontrar un aparcamiento después de habernos conocido al dedillo todas las calles del barrio de Embajadores. Por eso, y ante la posibilidad de llegar al concierto prácticamente terminado, estuvimos a punto de no entrar. Pero nos pudo más la curiosidad. Y suertudos de nosotros: fue entrar y apagar las luces y abrir el telón.
Era poca la gente que había en la sala, unas doscientas personas como mucho. Unos pocos privilegiados que pueden contar al resto de Madridlo que se perdieron esa noche entre las coreografías del grupo, programaciones y el ambiente disco. Desde la segunda canción levantaron al público, que no dejó de bailar en la hora y poco que duró el concierto. Nos sorprendió mucho la capacidad de la gente para bailar a saltos sin que se les desparramara ninguna gota de cerveza del mini. Un diez para ellos.
Estereotypo jugaron con nosotros y con nuestras capacidades emotivas llevándonos por donde querían. Desde la delicada e intimista Distance, pasando por la frenética Drop a line, la pegadizaBrakes o la carismática I Big Fake, canción con la que el público se desató.
Si tenemos que destacar algún momento del concierto nos quedamos con la lograda versión de Love me do, el momentazo de I Want More (que ni lo contamos porque lo vais a ver en video al final. Y sí, lo veréis y diréis que os hubiera gustado estar ahí). O el final apoteósico con ese inesperádo “Hey boy… Hey girl” simulando a The Chemical Brothers.
Nos gusta fijarnos en los pequeños detalles, como en la batería adornada como si fuera una bola de discoteca. Y como apunte final, no sabemos si será bueno o malo este comentario… pero suenan mucho mejor en directo que en disco. Ni punto de comparación.

Os dejamos el momentazo que vivimos con I Want More.

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