13 de marzo, La Riviera (Madrid)

CRÓNICA: La Maravillosa Orquesta del Alcohol

En tan solo un año la vida que conocíamos ha cambiado tanto que los recuerdos de antaño parecen meros sueños. Como aquel concierto de La M.O.D.A en la carpa del BBK Live 2014 donde literalmente flotamos con los saltos, gritos, pogos, empujones, abrazos, sudor, gritos…Un recuerdo así ahora parece irreal, de esas historias que quedarán para la posteridad para contar a los nietos.

Ahora los conciertos son distintos. No peores, solo distintos: sentados y con distancia social por delante, por detrás y por los lados; además, la mascarilla ya se ha convertido en una extensión propia del día a día. Pero la ilusión con la que se afrontan es la misma que la de los gloriosos días pasados, tanto por parte de los que están a un lado del escenario como del otro. Y es que una parte esencial de la música en directo somos nosotros, el público. Los que alentamos y los que aupamos en volandas a los que se suben al escenario. Lo que hizo La M.O.D.A los pasados días 11, 12, 13 y 14 de marzo en La Riviera de Madrid es demostrar que la CULTURA ES SEGURA y que, pese a las adversidades, podemos seguir ilusionándonos con las pequeñas cosas de la vida. Y lo demostraron hasta en ocho ocasiones ya que esos fueron los conciertos que dieron durante esos cuatro días: dos por día, agotando las entradas de cada día y de cada pase en cuestión de minutos.

Dicho a bote pronto parece una nimiedad eso de ocho conciertos en cuatro días, pero el que ha ido alguna vez a uno de sus conciertos sabe que lo dan todo sobre el escenario, así que suponemos que el desgaste ha sido monumental, pero les habrá merecido la pena. Para nosotros ese pequeño gesto de dejarse la piel sobre el escenario esos cuatro días les ha hecho aún más grandes.

Los chicos de Burgos dieron repaso a todos sus grandes éxitos desde Hijos de Johnny Cash, Catedrales, PRMVR, Hay un fuego o 1932 pasando por las geniales canciones nuevas de Ninguna Ola, como Conduciendo y Llorando o Barcos Hundiéndose. Las 21 canciones que se dieron cita en poco más de hora y media nos hicieron vibrar y saltar sin movernos de la silla, volvimos a cantar hasta perder la voz sin que la mascarilla ahogase nuestros gritos. Porque, aunque separados, la distancia nos acerca, como dice Nómadas. Fuimos conscientes esa noche de que somos distintos, somos los raros y de que todos, de algún modo, somos Héroes del Sábado. Así que brindemos por la tempestad y por muchos más conciertos de Cultura Segura como estos dentro de la nueva normalidad.

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