Patricia Vallejo

CRÓNICA: OASIS – CARDIFF 5 DE JULIO 2025

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Ir al segundo concierto de la gira tiene ventajas y desventajas. Los dos principales contras es que sabíamos el setlist. Días antes lo filtró un medio de comunicación británico y los Gallagher, más allá de importarles, lo siguieron a rajatabla. Tanto en el primer concierto como en el segundo; también en los de Manchester —y, presumiblemente, será el mismo en toda la gira si no llegan a discutir antes—. El segundo contra es que, por más que me pese, no estuve en el primer concierto, pero que me quiten lo bailao. Los de Manchester, después de dieciséis años de ausencia, están haciendo historia y yo he formado parte de ella. Porque ellos sin nosotros, el público, no son nada; y nosotros tampoco sin sus canciones.

La gran ventaja de acudir al segundo concierto es que vimos que en el primer día repartían cuatro mil pulseras a la gente que estuviese avispada y tuviesen entrada de pista. La recompensa era muy sencilla: estar en Front Stage. Y, como buenos españoles, avispados somos un rato. Extra madrugamos para coger uno de los primeros trenes a Cardiff; que dormíamos en Bristol. Al llegar a la estación no nos lo pensamos dos veces: fuimos corriendo hasta el Cardiff Principality Stadium —que está bastante cerca, todo hay que decir—. Ni qué decir tiene que conseguimos la pulsera y que después fuimos paseándola con orgullo por todas las calles de la ciudad, aderezándola con la lluvia de mojabobos que hubo durante todo el día.

La chica que nos hizo entrega de la pulsera nos preguntó emocionada que si sabíamos lo que significaba, y vaya si lo sabíamos: no solo íbamos a ver a Oasis, sino que lo haríamos delante, en las primeras filas incluso. A pedir de Milhouse, como aquel que dice.

Pasamos el día por las calles del centro de la ciudad, que habían cortado muy inteligentemente porque en ellas solo deambulábamos fans de los Gallagher. Todos con gorros de pescador, camisetas de Oasis y bolsas del merchandising oficial de la banda. Mirases a donde mirases solo veías a gente que acudiría horas después al concierto. Era como estar en una final de la Champions, lo único que aquí la hinchada era para el mismo equipo.

Acudimos a la cola a eso de las cuatro de la tarde. Las puertas abrían a las cinco, pero a los del Front Stage nos dejaron pasar antes, supongo que para organizar a la gente; para eso los de las islas son bastante cuadriculados. Los primeros teloneros, Cast, empezaron puntuales a las seis. Luego a las siete siguió Richard Ashcroft que, más que un concierto propio, hizo un concierto de The Verve. Ambos estuvieron bastante bien, eso daría para otra crónica, pero aquí hemos venido a lo que hemos venido: a ver a OASIS.

Cuando Ashcroft terminó con la mágica Bitter Sweet Symphony, hubo tiempo para el cambio de escenario. Inmenso, por cierto. Y sencillo. Con tres pantallas enormes que lo envolvían todo. Las laterales estaban ladeadas, no sé si por empatía para la gente de las gradas o para así vender más localidades. (Quizá otro día hablo de la odisea que hubo para conseguir entradas). También, en ese impasse, hubo tiempo para que los asistentes nos reubicásemos en nuestro sitio, guardando espacio a los que iban al baño o a los que iban a reponer bebidas. La espera se hizo más amena gracias a la música de fondo, plagada de grandes éxitos de la música británica. Get It On de T. Rex y My Generation de The Who fueron de las últimas en sonar y cuando empezó I am the Resurrection, de The Stone Roses, todos sabíamos que era cuestión de minutos que el espectáculo diese comienzo. Seguro que, a modo de mantra, nuestro subconsciente repetía aquello de que «Today is gonna be THE DAY».

Entonces, y como quien no quiere la cosa, las pantallas conectaron emitiendo un medidor de sonido en decibelios, donde la aguja oscilaba por la onda según una voz radiofónica repetía «This is not a drill». Parecía que los gritos del público también hacían que oscilase la aguja y, cuando las luces se apagaron vino el delirio provocado por la batería de Fuckin’ in the Bushes, una canción instrumental de poco más de tres minutos que nos anunciaba que los Gallagher pisarían el escenario en cuestión de segundos. Mientras, en las pantallas se proyectaban, a una velocidad vertiginosa, cientos de titulares de medios de comunicación que se habían hecho eco, meses atrás, de la vuelta de la banda. También imágenes de cientos de tweets de fans que habían celebrado en redes el regreso de Oasis.

Con la canción ya casi acabada, aparecieron ellos sobre el escenario: Los Gallagher juntos de la mano, con los brazos en alto; bien respaldados por el resto de la banda: Bonehead, Andy Bell, Gem Archer y Joy Waronker. Y con un simple berrido de Liam preguntando «Oasis fans in the area?» los acordes de Hello hicieron el resto, casi sin darnos tiempo a reaccionar. Esa fue la primera canción en vivo de Oasis tras dieciséis años. Y es que esa intro era más que lógica: la canción se llama «Hello» y una de sus frases dice «It’s good to be back». Vaya si era bueno estar de vuelta.

Yo nunca había visto a Oasis en directo, por separado sí y he escuchado sus canciones en vivo en boca de los dos, pero creedme si os digo que aquello no era lo mismo. Ahora los tenía delante de mis narices, tan cerca que me podrían escupir a la cara. Liam al frente en medio del escenario, berreando con su mítica pose: ladeado y con las manos a la espalda; y, a su derecha, Noel, rasgando la guitarra como solo él sabe hacerlo.

La segunda canción, Acquiesce, fue aún mejor que la primera. Con ella, a la vez que Noel cantaba aquello de «Because we need each other» algún guiri se abría paso a codazos para llegar a las primeras filas, así que yo respondía igual, con codazos, para impedir que nadie se me pusiese delante. Repartía golpes y empujones en un pogo improvisado sin caer en la cuenta de que ahí la «guiri» era yo.

Morning Glory fue la tercera, con las guitarras punzantes y atronadoras, envolviendo todo el estadio. La sonoridad de la banda era exactamente como siempre había imaginado que sería. Los berridos de Liam se mezclaban a la perfección con los del público, como buenos hooligans de Oasis. La conexión entre banda y público fue total desde el minuto uno. La primera sorpresa de la noche —sorpresa encubierta, porque ya había dicho que el setlist se filtró— fue Bring It On Down y la segunda Fade Away. Esta última fue precedida por la icónica Cigarettes & Alcohol, donde Liam nos pidió que nos girásemos, dando la espalda al escenario y empezásemos a saltar, replicando el mítico Poznan de los aficionados del Manchester City. Y eso me lleva al momento de Roll With It; me hizo especial ilusión esa canción porque la escuché en un partido del Manchester City la primera vez que viajé a la ciudad y, entonces, ya replicábamos el mismo gesto de saltar abrazados dando la espalda al césped con cada gol.

Con los primeros acordes de batería de Supersonic fui consciente de que no estaba viviendo un sueño: era real. Oasis había vuelto y yo estaba en uno de sus conciertos y que, con esa canción, allá por 1994, empezó todo ese delirio que estaba viviendo en Cardiff. Después llegó el momento a solas con Noel Gallagher y su guitarra acústica. La mítica Talk Tonight fue la encargada de abrir ese pequeño set, casi privado, con Noel. Continuó Half the World Away, seguida de una ejecución perfecta de Little By Little. Liam volvió para interpretar la hipnótica D’you Know What I Mean? y con ella siguió el delirio generalizado. Slide Away fue uno de los momentos más álgidos de la noche. Ya la han publicado en Spotify con el audio en directo del primer día. Así que, ¿para qué hablar de ella? Mejor que vosotros evoquéis el momento clicando aquí.

Con Whatever hicieron algo nuevo que no tuvo lugar en el primer día: enlazar el final con el Octopus’s Garden de The Beatles. Ese pequeño gesto, que de primeras dejó alucinado a Noel a juzgar por cómo miró a Liam, se ha seguido repitiendo en los conciertos de Manchester.

Live Forever y Rock ‘n’ Roll Star fueron apoteósicas, no podía ser de otro modo, pero ambas solo anunciaban el preludio del fin del ensueño; dando paso después a los bises. Los Gallagher, durante las dos horas que duró el concierto, prácticamente no hablaron, fueron a piñón todo el rato. Cosa que agradecí, que no fui a escucharlos hablar. Solo Liam colaba de vez en cuando un «nice one» entre canción y canción; aunque Noel fue el que más habló: dedicando Don’t Look Back In Anger a todos los que los veíamos por primera vez —o sea, a mí—.  y luego presentando a la banda antes de The Masterplan.

El cierre de oro lo marcó Champagne Supernova. Dejando a todo el respetable con una sonrisa en la boca motivada por la ilusión de haber cumplido un sueño. Porque, como el mismísimo Noel Gallagher dijo minutos antes de acabar el segundo concierto de la vuelta de Oasis, muchos de los que hemos agotado las entradas para todos estos conciertos, muy presumiblemente, no los habíamos visto nunca antes en directo. Hasta este 2025 nos habíamos conformado solo con escucharlos por streaming o, los más nostálgicos, en cassette, cedé o vinilo. Puede que incluso todos albergásemos, en lo más recóndito de nuestro ser, el sueño de ver la vuelta de la banda, aunque sabíamos que sería complicado o casi imposible. Y ahí estábamos todos abarrotando el Cardiff Principality Stadium.

No sé hacia dónde va esta gira. Quizá discutan, como decía antes, y todo se vaya a la mierda. Aunque cabe la remota posibilidad de que todo esto acabe en nuevas canciones, un nuevo disco y posteriores giras. Y, puestos a pedir, quizá pasen por España. Si todo eso ocurre, además de celebrarlo, siempre seré consciente de que yo estuve en la vuelta de Oasis y que con ella han montado tanto revuelo que han hecho historia y que esta debería salir en los libros de texto de la asignatura de Música de los colegiales. Porque siempre lo he dicho: Oasis son los Beatles de nuestra época.

Pero, sobre todo, podré decir que viví en directo lo que podríamos llamar un Greatest Hits de los Gallagher. Y para acabar esta crónica, quizá demasiado larga, solo un apunte final: Anunciaron su vuelta con una frase muy concreta: «Be careful what you wish for». Y es que a veces lo sueños se cumplen, lo certifico.

Aquí el setlist de veintitrés canciones que supieron a gloria:

  1. Fuckin’ in the Bushes
  2. Hello
  3. Acquiesce
  4. Some Might Say
  5. Bring It On Down
  6. Cigarettes & Alcohol
  7. Fade Away
  8. Supersonic
  9. Roll With It
  10. Talk Tonight
  11. Half the World Away
  12. Little By Little
  13. D’you Know What I Mean?
  14. Stand by Me
  15. Cast No Shadow
  16. Slide Away
  17. Whatever
  18. Live Forever
  19. Rock ‘n’ Roll Star
  20. The Masterplan
  21. Don’t Look Back in Anger
  22. Wonderwall
  23. Champagne Supernova

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